domingo, julio 7, 2024
Música

Ben Carrillo cruzó la frontera a pie; hoy le abre shows a Bad Bunny y graba con Thalia

Ben Carrillo llegó de Guatemala a Estados Unidos como inmigrante ilegal cuando tenía 15 años. Hoy, a los 28, el joven que cruzó la frontera completamente solo es un productor y cantautor en ascenso manejado por Fabio Acosta y Vibras Lab. Ha trabajado con Sky Rompiendo y Mosty, grabado con Thalia y Bruses, abierto conciertos para Bad Bunny y, este mes, lanzó su EP Broken Hearts Anthem. Más allá del éxito, Carrillo tiene la esperanza de que su extraordinaria historia de trabajo, superación y motivación sirva de inspiración para otros inmigrantes que llegan a Estados Unidos — o a cualquier lugar del mundo — con solo sus sueños como equipaje.  

Miles de inmigrantes tratan de pasar la frontera buscando nuevas oportunidades. Muchos de ellos mueren en el camino o son víctimas de violencia y violaciones, otros son atrapados y los que logramos llegar nos encontramos con una oposición muy grande. Hay leyes que nos discriminan, nos aíslan y nos cortan oportunidades, cuando lo único que queremos es trabajar, para poder ayudar a nuestros seres queridos. No somos delincuentes, ni violadores; somos gente honesta en busca de un mejor futuro.

Nací y crecí en un país hermoso: Guatemala. Pero un país donde la violencia, la corrupción y la pobreza van en aumento. Desde muy pequeño fui el hombre de la casa. Tuve que cuidar a mis hermanos, estudiar, trabajar y hacerme cargo de todos los mandados. Mi padre era músico y coreógrafo. Tuvimos relación pero no fue responsable, y mi madre, soltera y con tres hijos, hizo lo que pudo. Pero el mismo entorno en el que vivíamos y lo que ella vivió, hizo que nos creara un daño mental y emocional muy grande y que solo hasta ahora, mis hermanos y yo estamos sanando.

A mis 15 años mataron a mi papá; mi madre solo empeoró. Me vi en un punto donde ya no tenía un futuro en Guatemala: O me iba a la calle a buscar oportunidades, o buscaba un mejor futuro en los Estados Unidos, como muchos de mis familiares ya habían hecho. Conseguir visa era imposible; éramos pobres, no tenía a mi padre o a mi madre. Fui al campo y trabajé con mi abuelo en su finca cortando caña de azúcar y plátanos. Ahí junté un poco de dinero y a los 15 años, en enero del 2010, tomé la decisión de cruzar el desierto hacia Estados Unidos, persiguiendo el “sueño americano”.